EL PERDON
“El que
sienta libre de pecado que lance la primera piedra” frase celebre del creador, nada más
cierto que ello, somos una máquina de criticar, de sentirnos incluso
ofendidos, pocas veces nos ponemos en el personaje o los zapatos del emisor
de una ofensa o un pecado, es que cada persona vive sus demonios a su manera,
lucha contra ellos algunas veces en silencio, enfrentan sus adversidades valientemente
esperando que sea la divinidad que los acompañe o nos acompañe.
Vamos por allí trabajando esas dificultades, pero tenemos como heridas
en carne viva donde al tocarlas nos arden mucho; Explotamos con aquellos
que las toquen, aunque no sean los culpables o responsables. Es casi un
acto reflejo y humano, natural ¿te ha pasado? A mí sí.
El que toca esa herida siente que el otro fue grosero, injusto, pues no fue
el culpable de lo que le pasa, pero toco ese accidente en nuestra piel y paga
los platos rotos; Por experiencia y mi preparación sé que cuando una persona
alberga ira represada explota; Lastimosamente muchas veces con
quien no lo merece, nos toca ser valientes y humildes para pedir perdón,
otros nos alejamos y nos encapsulamos en una soledad o ausencia mientras nos
sanamos, también se vale.
Pero es que hay gente que no lo sabe y buscan debajo de las piedras para
jodernos (así lo vemos) y sin proponérselo nos acosan sin consideración
alguna, nos llevan a la esquina de las cuerdas del ring de box de la vida y
nos dan palo; La consecuencia es responder, muchas veces con los ojos
cerrados (la conciencia) y solo nos defendemos por
instinto, como los gatos, aruñamos, lanzamos las patas y garras sin pensar
si hacemos daño o no, solo queremos alejar aquel que en su momento
nos ahoga, insisto ¿a
quién lo le ha pasado? Luego nos arrepentimos.
Y es que la ira es un estatus o sensación donde NO SOMOS NOSOTROS MISMOS;
no actuamos con conciencia, ofendemos, golpeamos, agredimos y
hasta matamos; Es un estado donde nuestra mente NO
PIENSA, nos nublamos.
Nadie tiene porque pagar “los platos rotos” pero a veces nos toca
estar del otro lado, nos sentimos agredidos, ofendidos, insultados y más, pero
si pudiéramos por instantes pensar que carajo está en la mente y emociones del “adversario”
tal vez el cuento fuera diferente.
Sobre todo, si conocemos perfectamente al otro, solo así podremos tener algún grado de
consideración, tolerancia y aceptación y aparece “EL PERDON”.
Del otro lado existe la invitación a guardarnos nuestro ego, altivez y
orgullo para luego que las aguas se calmen poner todo en orden y pedir
disculpas por nuestra irreverencia, con los argumentos apropiados y la
explicación de nuestra explosión, no pasa mucho y de allí se desprenden las
guerras milenarias, duran y dura solo por no pedir “PERDON”.
El ser humano
es un gran almacenador de envidias, frustraciones, rencores, malas interpretaciones
y más, solemos guardarnos eso bajo la almohada y explotamos, por ello he
aprendido a soltar con tiempo mis inconformidades y buscar soluciones a tiempo.
Le guste o no a mi receptor.
La historia juega un papel fundamental, porque hay tantos momentos buenos en
algunos casos donde las NOTAS DE CREDITO son mayor las NOTAS DE
DEBITO (en términos contables), eso mata la deuda y aliviana el “PERDON”.
Recordemos que la vida es corta, realmente no somos dueños del camino,
ni de la historia, hasta los caminos más bonitos tienen lomas, montañas y
altibajos, entonces ¿porque
no recorrerlos asumiendo que eso es así?
NO ERES DUEÑO DEL PERDON, perdonar te hace
grande, incluso más grande que el que te ofendió.
Demuestra lo grande
tu corazón y tu bondad.
¡Hazlo! … y se grande incluso más grande. Ten la humildad de recibir y dar
el “Perdón” si la pusiste o no.
#Nodgard
#14-05-2023
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