En muchos escenarios de la vida solemos actuar como controladores, tener todo calculado y a nuestra mano, es
como una sensación que no permitimos
que nada nos sorprenda o se improvise, lo vemos como una absurda
cualidad, pero EN REALIDAD no nos
damos el permiso esperar cosas nuevas, esas que no estaban escritas, que
ocurren porque el ritmo de la vida no es solamente nuestra línea de mando, si
no que el mundo tiene su propio girar, esas cosas que aparecen sin planificarlas
también son buenas y valiosas, nos enseñan que no tenemos el poder planificar
todo, si no mostrarnos un camino o reglas que no pensábamos que podía pasar,
suele ser enriquecedor, nos nutre y lo más importante nos deja el aprendizaje
que elementos exógenos puede aportar a nuestro camino como bueno y vivencias
que nos nutren.
Controlar no siempre
es bueno, porque nos inhibe de la sorpresa, de los elementos que están allí
por propia inercia que nos llegan, aprendamos a vivirlos sin cuestionarlos, no
podemos desecharlos solo porque NO ESTABAN EN
NUESTROS PLANES; muchas veces enviados por la misma naturaleza, Dios
o quien sabe quién.
¿Acaso no te ha pasado
que algo que no estaba en tu ruta terminó por resultar ser transformador? Confieso
otra vez que yo he sido víctima, testigo o simplemente vivificador de ese tema,
perdí la cuenta de cuantos eventos he tenido que vivir que no estaban en mi
ruta y ¿sabes? Resultaron
geniales. Desde mudarme a otro país, construir una empresa donde solo pensaba
vivir hasta crear cosas nuevas ello sin contar eventos que han transformado mi
vida que no estaban planificados.
Suelta el control,
te desgasta luchar contra la corriente, porque es que cometemos un error,
pensamos que todo está escrito, pero ¿en cuál libro? ¿En el tuyo o en el de la vida?, lo
cierto es que puedes disfrutar esos eventos mágicos que te enseñan que tener el
“poder” de planificar todo no siempre
resulta, ábrete a la sorpresa, que es buena.
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